LONDOÑO VÉLEZ, SANTIAGO
Se cree, desde hace mucho tiempo, que los monstruos son malos. Los hay malos, claro está. Pero debido a que hay tantos monstruos buenos, en la antigüedad inventaron la palabra monstrum -que en latín significa prodigio- para nombrar lo muy raro y fuera de lo común o lo que llame la atención por sus cualidades especiales. Así, este libro es un monstruario para conocer a los monstruos buenos y evitar que se confundan con los malos.